El pollo es una buena fuente de ciertos nutrientes esenciales:

120 g de pollo contienen alrededor de 30g de proteína, más de la recomendación proteínica diaria. Además, Vitaminas B, Colina, Selenio, Fósforo, Azufre y Hierro.

El pollo contiene la misma cantidad de grasas monoinsaturadas que el aceite de oliva y es fuente de ácido palmitoleico, el cual es antimicrobiano y combate infecciones.

¡Apuesto que tu abuelita sabia lo que hacía cuando te daba tu caldito de pollo para el resfriado!

El pollo suele tener menos calorías y grasas que la res, pero recuerda que ahora sabemos que el aumento de peso y los infartos no se correlacionan con las calorías o la grasa, sino con la calidad de las calorías y el tipo de grasa.

Por ejemplo, un bistec de res de pastoreo (libre de hormonas, antibióticos, etc.) siempre será mejor que una pechuga de pollo criado de forma industrial (el que seguramente recibió antibióticos y arsénico).

No se trata del color de la carne, si no de como fue alimentado, criado y procesado el pollo o res en cuestión.

Fuentes:

Hyman, Mark. ¿Qué carajos debo comer? (Colección Vital). Penguin Random House Grupo Editorial México.