Si te ofreciera una bebida que sabes te causará aumento de peso, distención abdominal, acné, gases, alergias, eczema, debilidad ósea y quizá hasta cáncer, ¿te la tomarías? ¿te tomarías 3 🥛🥛🥛 vasos al día y le darías 2 🥛🥛 a tus hijos?
Probablemente no.
Los humanos somos la única especie que sigue bebiendo leche después del destete. En la mayoría, la producción de lactasa (la enzima que digiere los lácteos) se desploma a los 2 años y 70% de la población mundial es intolerante a la lactosa ☠️.
Eso basta para saber la opinión del cuerpo sobre tomar leche después de la primera infancia.
La leche de hoy no se parece en nada a la que bebían nuestros abuelos. Contiene docenas de hormonas sexuales, proteínas alergénicas, antibióticos y factores de crecimiento, algunos promueven el desarrollo de cáncer.
Estudios demuestran que la leche incluso debilita los huesos, y hay fuentes más ricas y saludables de calcio 💀.
La leche es una de las primeras y principales causas de alergia alimentaria en niños.
Se ha identificado diferentes alergias a la leche, en especial las proteínas de la caseína A2, las cuales pueden inducir inflamación que deriva de eczema, infecciones del oído, congestión y sinusitis.
Si padeces molestias digestivas, enfermedades autoinmunes, aumento de peso, diabetes, síndrome premenstrual, infertilidad, menstruación abundante, problemas dermatológicos (acné, dermatitis o psoriasis), alergias, sinusitis o cualquier otra enfermedad crónica, deberías considerar evitar los lácteos.
Fuente:
Hyman, Mark. ¿Qué carajos debo comer? (Colección Vital). Penguin Random House Grupo Editorial México.